Momento “María Rivier"

Querida peregrina, querido peregrino.
Estás en Bourg-Saint-Andéol, última etapa de esta peregrinación.
Cuando se llegar por primera vez a Bourg se tiene la sensación, como en ningún otro lugar de los visitados, de haber llegado a casa.
Es desde el 25 de abril de 1819, la segunda y definitiva, Casa Madre de la Presentación de María.
Las palabras no son vacías. Llegar a Bourg es estar en casa con la Madre. 🏡
Prosigamos en ella, la peregrinación.
Un sueño hecho realidad
¿Es la casa de Bourg-Saint-Andéol un sueño hecho realidad? Pues sí. En 1813, estando en Thuyets María Rivier dijo:
Hijas mías, esta casa es demasiado pequeña, y nos es imposible agrandarla. Pues bien, aunque no tengo más que 4000 francos les anuncio que dentro de seis años estaremos en un convento magnífico. ¿Dónde? No lo sé, pero ustedes lo verán." (VHP 148)

¿Te imaginas la de idas y venidas, préstamos, oraciones, obreros, fechas incumplidas y el largo etc. de preocupaciones y detalles, de todo tipo, que supusieron las obras, hasta que el antiguo monasterio de la Visitación, quedó convertido en el convento de la Presentación de María?
Todavía queda como testigo de su origen un torno conventual. En el que se hacía la comunicación, con el exterior, en tiempos de las monjas de la Visitación.

La iglesia fue bendecida el 11 de junio de 1820 y la casa el 16 de junio, fiesta de San Régis, patrono de la Congregación.
A lo largo de la visita podrás comprobar que son ciertas los elogios de María Rivier sobre la casa:
"Hay agua en todos los rincones: en la cocina cae en la olla; en todos los corredores, una fuente; hasta en las buhardillas, en la sala de pensionistas, de las novicias, los grifos por doquier. En la huerta, grandes albercas: aquí se hacen las coladas" Descripción de maría Rivier (VHP 157)
Siguen los milagros
Muchas cosas sucedieron entre estos muros. Te contamos algunas de las más relevantes.
También en Bourg-Saint- Andéol hubo milagros. Escucha narrar el que conocemos como milagro del aceite.
En 1821-1822 no se había acabado las construcciones y reparaciones del inmenso convento de Bourg; los préstamos enormes estaban por saldarse; se miraba a los menores gastos, con más razón a los grandes. El aceite llegó a faltar; la ecónoma Sor Rosalía, previno a la superiora:
- Nos ocuparemos del asunto- respondió.
- Pasan varios días. Sin aceite. "La superiora se habrá olvidado..." Pero la Madre Rivier jamás olvidará nada. La ecónoma se arriesga de todos modos a reiterar la petición. La Madre sonríe.
- Sor Rosalía, usted no ha visitado bien sus tinas...
- No sólo las hemos visitado, Madre, sino que las hemos lavado para meter el aceite nuevo.
- Vaya, vaya, no puedo creerle. Todavía lo tiene usted. Baje a la bodega con Sor Luisa: Estoy segura que hallarán...
- Sor Rosalía no osa insistir; tampoco arriesga a desobedecer. Va a donde sor Luisa.
- Nuestra Madre pretende que todavía tenemos aceite; quiere que vayamos a cerciorarnos.
- Bueno. Le obedeceremos.
- ¡Sorpresa! Una gran tina está llena hasta el borde. Corren a preguntar al factótum, M. Francisco, de dónde viene el aceite.
- No sé nada... De todas formas no han podido poner este aceite en la tina sin mi ayuda. Para deslizar el tonel en la bodega y elevarlo encima de la piedra, hacen falta cuerdas, dos vigas y, por lo menos, dos hombres. Y, en primer lugar, la llave de la bodega...
- La tina podía contener unos 350 kilos de aceite... Sor Rosalía sube a avisar a la superiora, y añade:
- "Madre, no quiero tener en adelante cuidados: La Santísima Virgen lleva muy bien los asuntos de usted...
- Hija mía, responde ella, procúrese inmediatamente tres frascos; llénelos de ese aceite y colóquelos en señal de reconocimiento en los tres nichos principales de la Virgen: en el coro de las hermanas, en Nuestra Señora de la Providencia y en Nuestra Señora de los Enfermos. ¡Y calle la lengua!" VHP 160
Un guiño a Montpezat-sous-Bauzon
Aunque la experiencia que vas a conocer se vivió en Montpezat, Nuestra Señora de la Sonrisa está en la capilla de la Casa Madre, por eso te la contamos aquí:

Un día entre otros, nos llevó a todas al pie de la estatua de Nuestra Señora; luego, en presencia nuestra, depositó junto a la estatua un papel plegado como una carta, y nos dijo en tono animado:
Nos es preciso obtener hoy una gracia, una gran gracia. Si piden con fervor, seremos escuchadas , y la Santísima Virgen hará un signo de aprobación a lo que yo pido."
Nosotras entonces, juntamos las manos y fijamos las miradas en el rostro de la Santísima Virgen, escuchando al mismo tiempo la plegaria que nuestra santa maestra recitaba en voz alta y que hablaba de su convento; pero no vimos sonreír a la Santísima Virgen, ni hacer señal alguna.
Pero he aquí que la señorita Rivier se vuelve a nosotras y nos dice:
Os aseguro que todas no han estado atentas; en otro caso, la Santísima Virgen hubiera sonreído en signo de aprobación. Bueno, ¡recomencemos!
Esta vez, más todavía que la primera, no apartamos un momento los ojos y nos hablamos animado, diciéndonos unas a otras: no apartemos los ojos un instante durante todo el tiempo; y a media que la maestra iba diciendo las palabras de su plegaria, nosotras las repetíamos.
Ahora, hacia el fin de la suplica, en el mismo instante salió de todas las bocas el mismo grito:
¡Iaro ris! ¡Iaro ris!- ¡Ahora sonríe! ¡Ahora sonríe! -.
Se crea o se deje de creer, puedes asegurar que la vimos sonreír y que nuestra maestra se pudo contenta; pero para ello habíamos rezado muchos rosarios los días anteriores." VHP 53
A solas con María Rivier
Haz la visita a su habitación. No te olvides sentarte en su silla, y decirle que comparta contigo algo de lo que la hace ser presencia de Dios.
Detente en el cuadro que preside su habitación. Al tenerla tan cerca podrás conocerla y adentrarte en su personalidad, un poco mejor.
Déjate mirar por ella. Ponte bajo la atención de esos ojos penetrantes, que hablan de la Vida que la habita. Que transmiten el fuego que la llena el corazón.
Desde el mes de marzo del 2021 hay una copia, de este cuadro, en la Casa Provincial de la Provincia de España en Vitoria-Gasteiz.
Despedida
El 2 de febrero de 1838, recibe por última vez el santo viático. Es la fiesta de la Presentación de Jesús en el Templo y de la Purificación de María. Es uno de los misterios que ella decía: "le ahogaban de amor"
Con unas imágenes las hermanas montan en el despacho la representación de dicho misterio. Contempla un instante los personajes, besa los pies al Niño Jesús, que le han puesto en las manos.
¿Por qué, hermana, tiene tanta devoción al misterio de este día? - le pregunta M. Vernet por la mañana.
- No sabría decírselo del todo. Pero cuando pensaba que, este día, Jesucristo, no contento con haberse encarnado, se ofreció a su Padre como víctima por todos los hombres, yo quería también inmolarme por la salvación de las almas.
- Y añadió: Esta mañana, Dios ha inundado mi alma de consolaciones. Me parecía que los santos no las tienen mayores en el cielo. Pero he dicho: no, no, Dios mío, no quiero esto, sino cruces, sufrimientos, amarguras...
- Tal es su última conversación.
La noche siguiente, que la pasa en la cama, no sale del sopor hasta las cuatro y media de la madrugada. Repite varias veces: "¡Misericordia, misericordia!"
- luego dice: "Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte".
Sor María la ve tan mal que dice a sus compañeras:
¡Levantémosla en seguida!
-Sí, saquéeme de aquí, dice la Madre.
Y puesta de pie junto al lecho añade:
- ¡Denme mi ventana!
Y de pie, muere el 3 de febrero de 1838 a las 16'30 horas, mientras la comunidad reza en la iglesia.

En la actualidad, en Bourg-Saint-Andéol, se ha hecho una gruta en la que, en sus muros, se recrea la historia de María Rivier desde sus orígenes.
Un regalo desde el cielo
Y como para cualquiera nosotros la muerte no tiene la última palabra. La última palabra la tiene Vida. Le gustaba decir: "Sed hijas de resurrección".
Por eso para terminar este "Momento con María Rivier", nuestras últimas palabras van a ser sobre lo que ella decía que tenía que ser la virtud dominante de una hermana de la Presentación de María: el celo.
Sí, el celo es ese deseo de dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar, que la empujaba desde dentro día y noche.
"¡Ojalá! Pudiera acercarme todos los días a vosotras, y en medio de vuestros alumnos, para deciros sin cesar: Estudiad a Jesucristo, amad a Jesucristo, imitad a Jesucristo, dadle a conocer y hacedle amar en todas partes.
Que el amor de Jesús arda día y noche en el altar de nuestro corazón y encienda un deseo ardiente de servirle. Amén"
Hoy diría, a cualquier miembro de la Familia Espiritual de la Presentación de María, :
Tendríamos que ser de fuego para servir a Dios; confío siempre en que eso llegará y que finalmente solo viviremos para Él y que ya no quedará nada de nosotros mismos. Que Dios nos conceda esta gracia. Confiad siempre en Él.
Una vela encendida enciende otras muchas sin que disminuya su luz. Así el Hijo de Dios ilumina a todos los santos sin perder un solo rayo de su claridad...
Si queremos encender en nosotros mismos y en los demás la antorcha de la fe y el fuego de la caridad, acerquémonos al Hijo de Dios.
¡Ay! Cómo me gustaría que el mundo se convirtiera y que nuestra Congregación llevara el fuego del amor de Dios y el conocimiento de Jesucristo a todas partes".
Mirando al mundo
Ahora sí, ya puedes terminar este Momento "María Rivier".
La resurrección nos lleva a la misión, al anuncio, a compartir la Buena Noticia, es la hora de ser UN EVANGELIO ABIERTO y recorrer los caminos del mundo. 🛣️ Puedes empezar por las calles de Bourg- Saint-Andéol